lunes, 20 de junio de 2011

Miedo


El niño se ha alejado de la casa un momento.
Y se vuelve más ligero que el viento.


El niño en el camino se paró de repente

porque dormida al sol, estaba una serpiente.

Con el juguete nuevo en las manos desecho
el niño se recuesta tembloroso en mi pecho.

Y en la pequeña caja del cuerpo estremecido
repercute sin tregua un violento latido.

Así cuando en las manos, aunque sean muy suaves,
temblorosas de miedo se acurrucan las aves.

Sobre el pecho del niño mis dos manos coloco
y siento que la entraña se aquieta poco a poco.

Luego el niño levanta la cabeza, me mira
con sus ojos azules y muy quedo suspira.


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